Sintiéndome enormemente atraído por las leyendas japonesas, presento una vez más una de ellas. La intrigante y tenebrosa Rokurokubi.
El origen de la leyenda parece ser una mujer que tenía la fea costumbre de espiar a las personas en sus hogares, por lo que tras su muerte fue condenada a ser un alma en pena.
Comon yōkai de la mitología japonesa parecen seres normales durante el día, pero de noche adquieren la habilidad de estirar el cuello en grandes longitudes. Así como también, tienen la habilidad de cambiar su rostro por el de los terribles Onis (ogros japoneses) para asustar a los mortales.
En su forma humana, suelen vivir vidas normales, pasan desapercibidos y algunos pueden llegar incluso a formar pareja con un humano. Muchos Rokurokubi están acostumbrados a esa forma de vida y realizan grandes esfuerzos para mantener su forma demoniaca en secreto. Sin embargo los Rokurokubi son traviesos por naturaleza y la necesidad de asustar y espiar a los humanos es difícil de resistir. Algunos solo se revelan ante borrachos, tontos, dormidos o ciegos, para satisfacer su necesitad. Otros no tienen esta compunción y se dedican a asustar libremente. Dicen que algunos pocos no son conscientes de su verdadera naturaleza y se consideran seres humanos normales. Estos últimos al dormir estiran su cuello de forma involuntaria y luego por la mañana, al levantarse, se encuentran con sueños extraños en los cuales ven el entorno desde ángulos antinaturales.
De acuerdo a algunas historias, los Rokurokubis eran seres humanos normales, pero fueron transformados por el karma al romper diversos preceptos del budismo. Estos Rokurokubi son siniestros en su naturaleza, algunos dicen que comen personas y se alimentan de su sangre en vez de simplemente aterrorizarlos. Su presa favorita son aquellas personas que han quebrado la doctrina del budismo.
Pero también varia la idea acerca de si tiene un carácter peligroso o inofensivo, las fuentes son contradictorias. En algunos relatos encontramos que es un ser muy peligroso que cada noche sala a la caza de hombres, de los que se alimenta robándoles la energía; o que mete su cuello en las casas (por lo visto después de muerta sigue con la misma costumbre) para tomar la energía de sus habitantes. Sin embargo, otros relatos la describen como un monstruo inocente que sale por las noches a beber el aceite de las lámparas de luz que se encuentran en lo alto de las casas (tarea facilitada por su largo cuello).
Y díganme ustedes si todavía están interesados en ir de paseo a Japón...
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