jueves, 30 de agosto de 2012

El fotógrafo del Terror (Post gráfico- No apto para sensibles)


Joshua Hoffine es un fotógrafo norteamericano apasionado del  cine de terror, en el que se inspira  para hacer su trabajo. El se define a si mismo como el fotógrafo del terror. Y no le falta razón.

Niega la existencia del photoshop ni de ningún retoque posterior  y busca  plasmar esas imágenes terroríficas que nos  inquietan de manera muy detallada (de hecho él se considera un fotógrafo hiperrealista) dando mucha importancia al maquillaje y a la escenografía. Utiliza la digitalización únicamente para dar más contraste y nitidez a la hora de imprimir sus obras que vende en su página web: http://www.joshuahoffine.com/ 

Tiene varias series, como “Phobia” o “After dark sweet”, donde sus temas son los miedos infantiles (sótanos, monstruos, madres muertas, payasos, etc) que buscan inquietarnos de nuevo. Los personajes que aparecen suelen ser amigos o conocidos que pasan por largos periodos de caracterización y casi siempre de manera altruista.

Así pues, sin más preámbulos los dejo con este post gráfico no apto para cardíacos...

















Espero que te haya gustado mi post, si eres amante de lo sobrenatural.... ;) 

martes, 28 de agosto de 2012

Cuidado con las minas...



El muqui, muki o anchancho, es un duende de la mitología de los Andes centrales en Bolivia, Perú, Ecuador, y Colombia; el cual se caracteriza por ser minero y, como tal, su existencia está circunscrita al espacio subterráneo: el muqui habita en el interior de la mina. La palabra Muqui resulta de la castellanización del vocablo quechua murik, que significa "el que asfixia" o muriska "el que es asfixiado". En su vertiente huancavelicana, la palabra muqui sugiere "el acto de torcer", "ahorcar". Por ello, los antiguos mineros inconscientemente, identificaron al Muqui con el sílice, polvo letal que produce la enfermedad de la silicosis. Aunque también Muki en quechua significa "húmedo" o "humedad". De ahí se dice que el Muki aparece en los lugares donde hay agua.

La fusión (sincretismo) de la cultura indígena con la cristiana, supuso también la inclusión de creencias occidentales con respecto a este mito, tal como que las principales vícitimas de estos duendecillos era los niños moritos, aquellos que aún no habían recibido el bautismo; incluso se menciona en algunos lugares del sur del país, que son estos niños no bautizados, eran quienes se convertían en los duendecillos. Según antiguos relatos, los niños que no son bautizados, son raptados por los buendes, los cuales viven (o se esconden) en las higueras o platanales, para que se conviertan en uno de ellos. El niño que se encuentra con estos seres, aparte de recibir un gran susto adquiere una piel muy pálida, por lo que se recomienda llevar lo más antes posible a una iglesia para que reciba el Sacramento.

La creencia en el Muki surgiría tanto de las antiguas tradiciones andinas sobre los demonios y pequeños seres que pueblan el “Uku Pacha” o mundo de abajo, como de los propios temores y de la necesidad de los trabajadores de encontrar una explicación a las cosas extraordinarias que suelen ocurrir diariamente en la labor minera. Como se advierte en el imaginario popular, no existe un solo tipo de Muqui. Así como hay diversidad de elfos mineros a nivel universal, existen también variedades de Muquis en el mundo subterráneo de los Andes. Se les conoce por los lugares en que se hicieron visibles. Sus diferencias son formales antes que de esencia. Así tenemos Muquis de Huacracocha, de Goyllar, de Morococha, de El Diamante, de Santander, de la Mina Tentadora, de la mina Julcani, de Excélsior, por citar algunos de los más conocidos de una inacabable relación que corresponde a la tradición oral de las minas.


De estatura pequeña, el Muqui no excede los cincuenta centímetros, perteneciendo, estos seres, a la categoría de los enanos. Para la tradición cerreña, el Muqui es un ser pequeño, de cuerpo fornido y desproporcionado. Su cabeza está unida al tronco, pues no tiene cuello. Su voz es grave y ronca, no concordante con su estatura. Sus cabellos son largos, de color rubio brillante. Su rostro es colorado y está cubierto de vellos. Posee una barba larga, del color blanquecino de la alcaparrosa. Su mirada es penetrante, agresiva e hipnótica, de reflejos metálicos. En otras tradiciones mineras, su cabeza presenta dos cuernos. Éstos le sirven para romper las rocas y señalar las vetas. Su piel es muy blanca y lleva colgado de la mano un farolito (cf. Sosa y Tamara). Además tiene las orejas en punta. (La influencia occidental es nítida en este aspecto de la representación. El diablo, originario de la cultura etrusca y difundido extensamente en el bajo medioevo por el catolicismo, ha sido vinculado con los duendes mineros. Los metalarios del periodo inicial de la alquimia, atribuían a los duendes, gnomos, kobolds y al diablo mismo, las perturbaciones en el tratamiento de los metales. Por ejemplo, el nombre del cobalto deriva de kobold (duende escandinavo) y níquel del diablo mismo, como lo llamaba un sector de alquimistas.) Habitan en lugares desérticos, atacan produciendo bastante miedo a sus víctimas o adversarios, se dice que suelen llevarse niños solos e indefensos; un secreto de personas antiguas para enfrentarlos es quitarse el cinturón o correa de los pantalones y darles con el cinturón con mucha fuerza sin dejarse vencer por el miedo. Su descripción varía de acuerdo a la época. Antiguamente, por la década de los años 1930, se decía que recorría los socavones sosteniendo en la mano, una pequeña lámpara de carburo, abrigado con un poncho hecho de lana de vicuña. Tenía en la cabeza dos pequeños cuernos relucientes y hablaba con voz suave. En la actualidad no es muy diferente, aunque ahora vista ropa de minero, botas de agua y use una linterna eléctrica a batería. A veces el pequeño duende toma también la forma de animal o de un hombre muy blanco y rubio para presentarse a los mineros y engañarlos.

La leyenda del Muqui, se encuentra ampliamente extendida en el ambiente minero de los Andes Centrales.
Consecuente con las exigencias del trabajo, el Muqui usa casco, ropa de minero y calza botas claveteadas. En otras tradiciones, se le representa como un geniecillo vestido de verde musgo, a veces con una finísima capa de vicuña o con el traje impermeable que usan los mineros. Generalmente, porta en la cintura una lámpara, ya de carburo, ya eléctrica, según el avance teconológico de la mina. Lleva un shicullo, soga de pelos de la cola del caballo, atado a la cintura. Camina como pato, pues sus pies son de tamaño anormal. Sus extremidades inferiores pueden adoptar la forma de las patas de un ganso o cuervo. Asimismo, pueden tener la punta hacia atrás. Por ello su ropa les cubre hasta los pies. Los curiosos esparcen ceniza o harina en su camino para auscultar la huella que dejan a su paso. El Muqui puede andar solo o acompañado: refieren, algunos informantes, episodios protagonizados por varios Muquis formando grupos; otros dan fe sobre su inclinación de vivir solos. Pueblan, estos seres, un mundo de eterna oscuridad, sin tiempo. No se le ha visto envejecer, pareciera que el tiempo no le afecta. Y, en su sorprendente existir, se torna visible o invisible a los ojos mortales. Los Muquis gustan de lanzar penetrantes silbidos. Éstos, anuncian peligro y salvaguardan a los mineros de su simpatía. En otras ocasiones, producen desconcierto y miedo. Los Muquis, son comunicativos. Hablan a los oídos, conversan en los sueños, poseen un extraño poder premonitorio. Esta energía dialogal es sentida, vitalmente, por las gentes de las minas. El Muqui no gusta de los agnósticos. Le molesta que duden de su existencia. El Muqui se inmiscuye en el destino de los trabajadores del socavón, gratificándolos o escarmentándolos. Es un misterioso enano conocido como el dueño de las minas. El Muqui es un duende investido de poder. A su voluntad, hace aparecer o desaparecer las vetas (veta de oro). Está atento a las obsesiones, resentimientos, ambiciones y frustraciones de los mineros. Y, al tiempo que demuestra simpatía hacia unos, genera castigo y escarmiento a otros. Puede aliviar el trabajo, ablandar las vetas o endurecerlas, si prefiere. Suele conceder favores, establecer pactos, sellar alianzas, llegar a acuerdos a plazo fijo, que cobra puntual e inexorablemente. Pues, estos donantes de la buena o mala suerte, poseen un código de honor preciso y reservado. Su ética exige discreción y reciprocidad en sus pactos. De allí que los amigos del Muqui sean personas de opiniones reservadas y criterios parcos. La mayoría de relatos coinciden en que es posible atrapar al Muki y hacer “pacto” con él para enriquecerse. En el caso más frecuente el enanito de las minas ofrece al trabajador hacer su “tarea” a cambio de coca, alcohol y hasta de la compañía de una mujer para mitigar su soledad. Pero casi siempre el resultado del pacto es trágico, pues a la larga de una u otra manera el minero incumple y el Muki se venga quintándole la vida.
El Muqui se abstrae en el juego o el trabajo. Por esa razón bien puede observársele sin que lo advierta. En esa circunstancia, los audaces, logran cogerlo y sujetarlo con el shicullo. En tal caso, al Muqui "se le amarra sólo con soga de cerda de caballo, porque hasta el alambre lo rompe" (cf. Huanay: 78-79). Enseguida, se lo cubre con la misma ropa de su captor. Este secreto, lo inmoviliza. Ha habido mineros que habiéndolo amarrado lo han amenazado con llevarlo a la luz y el Muqui se ha vencido, sabedor de su debilidad: los reflejos del sol lo desvanecen y matan.

"Atrapar al Muqui es ambición de todo minero. Pues, por liberarse, el Muqui, se ve obligado a trabajar por el minero, en unos casos; en otros, lo hace depositario de una determinada cantidad de oro, con la que el minero se enriquece y retira de la mina" (cf. Sosa y Tamara).

Los mineros de los Andes Centrales atribuye a los Mukis los ruidos extraños, las inexplicables pérdidas de herramientas, los cambios en el estado de las labores de un turno a otro, el repentino agotamiento o cambio de dirección de una veta o manto de mineral y otras muchas cosas que ocurren en la mina y que en cambio tienen que ver con las características del trabajo en la minería, sometida ella misma a los caprichos de la geología y desarrollada a través de una compleja organización del trabajo colectivo.


Si eres minero, procura encontrarlo y capturarlo,  y del oro que te entregue me mandas una parte para el mantenimiento de este blog... jejejeje.

viernes, 24 de agosto de 2012

La Tulevieja (Leyenda Costarricense y Panameña)

La Tulevieja o Tulivieja es un personaje legendario de Costa Rica y Panamá, el cual es descrito como un fantasma femenino que, cubierto por una especie de sombrero llamado tule (con forma de plátano) y con los senos hinchados y erectos (unas veces chorreando leche, según la versión), se transformaría en un monstruo que va errante por los diferentes caminos y despoblados.
En la mayoría de las versiones, la Tulevieja es descrita como una mujer baja de estatura, de contextura gruesa, que porta un sombrero de alas caídas (un tule viejo y arrugado), mal vestida y con el cabello enmarañado, la cual generalmente se presenta con el pecho desnudo, mostrando dos enormes senos mamarios tan cargados de leche materna, que ésta se desborda, por lo que es frecuente que detrás de la criatura se observen gran cantidad de hormigas de todo tipo que vienen siguiendo el rastro de leche. Es común que se le describa como híbrido de mujer y pájaro: tendría alas cortas pero poderosas, a veces de ave y a veces de murciélago, o no las tendría del todo, según la versión, pero lo más característico serían sus patas y garras de águila o gavilán, en lugar de piernas, que dejan huellas invertidas, de modo que no pueda ser seguida. Se alimentaría de carbones y cenizas, por lo que sería frecuente encontrar sus huellas en fogatas recién apagadas. Las motivaciones de la Tulevieja para aparecer varían según la versión de la leyenda: en el sincretismo del cuento con la historia de La Llorona, su alma condenada recorrería los ríos llorando la pérdida del hijo que rechazó, con los dolorosos senos rebozantes de leche siempre listos para alimentar al bebé que nunca encontrará. En esta parte de la leyenda, la Tulevieja alimentaría a cualquier bebé que encontrará en su camino, y sería la razón por la que se apareciera en los poblados rurales, atraída por el llanto de los recién nacidos o el aullido de los perros, que confunde con el hijo extraviado. Al día siguiente de su visita, se encontraría el rastro de hormigas alimentándose de los restos de leche materna desperdigados por el pueblo, así como las huellas de las patas invertidas. En esta parte de la historia, la visita de la Tulevieja a un hogar donde habitase un recién nacido sería muy peligrosa, porque es probable que el monstruo robe al niño creyendo que es el suyo. Más alejada de su encarnación como alma en pena, estaría también su función como espíritu vengador femenino, castigando a los hombres lujuriosos - figura del irresponsable padre de su hijo -, los cuales, atraídos por sus voluminosos pechos, la invitarían a bailar, solo para encontrar la muerte desgarrados entre las zarpas del monstruo. La única forma de salvarse de ella, una vez dado el encuentro, sería rezando la oración del "Alabado sea el Santísimo", lo que la haría alzar el vuelo desapareciendo rumbo al sol. En la leyenda indígena, no obstante, la única forma de defenderse de la criatura era mediante la utilización de unos bejucos hechos de tule benditos por el dios Sibú, que tenían el poder de atar a la Tulevieja.


En la versión más conocida, su historia se fusiona con el mito de la Llorona. En ella se dice que originalmente la Tulevieja fue una muchachita que siempre tenía puesto el tule, hasta para dormir. Hay quienes dicen que fue una mujer casada que además tenía fama de ser muy parrandera, mientras que en otras sería una chica muy joven e inexperta, teniendo en común ambos casos el hecho de que la protagonista habría tenido un embarazo no deseado (que en Costa Rica antiguamente se denominaba en forma coloquial como pata e'banco (pata de banco)) con un hombre lujurioso que conoció en una fiesta, al cual no volvió a ver nunca más luego de tener sexo con él. Se dice que la muchacha al quedar embarazada, huyó a Puntarenas, en la costa pacífica; y luego de parir, lo dejo junto a su tule en un río, para que el niño muriera de hambre y así ella pudiera continuar con su vida. Sin embargo posteriormente ella se habría arrepentido, y se fue devuelta al río; pero ya el bebé se había ido, encontrando solo su tule, y por ello se suicidó ahogándose en el río. Sin embargo Dios no permitió que su alma descansase en paz y como castigo, desde entonces, la Tulevieja suele ser encontrada deambulando por el río, siempre con los senos hinchados y cargados de leche; llorando y buscando a su bebé con la esperanza de algún día encontrarlo; y así acabar con su maldición. Este hecho provoca miedo en la gente, ya que temen que pueda raptar a sus hijos, en algunas versiones por confundirlos y en otras adrede. En otra versión, la joven no muere ahogada, sino de fiebre puerperal, y es enterrada en el cementerio de Chacarita. En un corolario a esta leyenda, debido a sus pecados en vida y el castigo recibido por Dios, su alma en pena se transformó finalmente en un demonio que, como venganza, también se le aparece a los hombres lujuriosos con los senos descubiertos, invitándolos a acariciarla mientras baila. Pero la fiera tiene un hormiguero entre su pecho, y al tocarla, las hormigas zompopas infernales pican al hombre para anestesiarlo, momento en que sus víctimas solo alcanzan a observar un monstruo con el rostro agujereado, piernas flacas de gavilán, alas de murciélago, grandes garras y pies invertidos. Luego, la Tulevieja alza vuelo con el incauto para devorarlo. En esto se parece a las bellas sirenas griegas.

En la versión josefina del mito, la Tulevieja sería una señora originaria de Desamparados, de edad mayor, que siempre portaba un deformado, negro y sucio tule, de la cual los niños se burlaban por su aspecto grotesco, y ella, en represalia, los perseguía con un palo en la mano para darles su merecido, algo que nunca lograba. Un día, el viento le robó el sombrero, el cual cayó en las turbulentas aguas del río Tiribí, arrastrándolo con la corriente. Al tratar desesperadamente de recuperarlo, una cabeza de agua la habría ahogado, y desde entonces, vaga por el cauce de este río con voz doliente y entrecortada, siendo el espanto de los niños que van a bañarse. Es posible que esta versión surgiera del deseo de los padres de evitar que sus hijos arriesgaran la vida entre las aguas de este caudaloso río, cumpliendo la Tulevieja un rol de asustador de niños, así como para que sirviera de moraleja de la pérdida de la vida por amor a los bienes materiales. También existe otra versión en el cual la Tulevieja cuando no está deambulando en los caminos, viviría en las aldeas disfrazada de una señora de edad avanzada y aspecto aterrador, con un rostro marcado por profundas arrugas y cicatrices, con una mirada fría y penetrante, y siempre vestida de negro; casi siempre acarreando una carga de leña. Se dice que a lo largo de los años, los niños de los poblados desaparecen inexplicablemente después de habérseles visto jugar cerca de la casa de una vieja con sombrero de tule, principalmente cuando la insultan con el apodo de Tulevieja (sin saber que es la verdadera). Posteriormente cuando por diversos motivos desaparece de una aldea para dirigirse a otra, en ocasiones se observaría al verdadero monstruo acarreando una carga de leña hacia su nuevo hogar. Tenemos la versión escazuceña de la historia, en la que un hombre llamado Jesús Fernández Delgado (apodado en su comunidad como Tuto Yoyo) logra atrapar a la Tulevieja utilizando el bejuco mágico de Yazú. La Tulevieja, misterioso ser que al igual que asustaba, así también poseía una diabólica energía que ni la fuerza de veinte caballos juntos la sostenían, logró ser capturada por este personaje con el mágico bejuco, y así, fácil la amarraba y fácil la bajaba desde la alta montaña (donde la Tulevieja habitaba junto a su comadre la bruja Zárate) hasta su casa, y de su casa hasta la iglesia para, en punto la medianoche, silenciosos y sigilosos entrar los dos por el ventanal más cercano al altar mayor y celebrar algún extraño ritual del mundo de los espíritus y los espantos. Después de ese extraño rito en la iglesia, que año a año lo hacían para la víspera del santo patrono, San Miguel Arcángel, la Tulevieja salía del templo convertida en otro ser más misterioso todavía, en la Llorona, vieja ésta que cargaba la maldición de llorar y buscar por ríos y quebradas su niño perdido. Pero el mismo día de la fiesta patronal, don Jesús Fernández, Tuto Yoyo, feliz se burlaba del espanto paseándolo amarrado por las principales calles de Escazú, bajo el disfraz de una vieja que lloraba un niño: era la Llorona de la mascarada de Pedro Arias bailando al son de la filarmónica. Finalmente, una versión panameña de la historia de la Tulivieja narra que, en los tiempos en que el mundo estaba poblado de espíritus que vivían con las gentes dejándose ver de ellas, uno encarnó en una muchacha hermosísima orgullo de su pueblo. Amaba la moza a un joven de su mismo lugar, y fruto de estos amores fue un niño a quien su madre ahogó para ocultar su falta. Dios castigó en el acto ese pecado tan grande, convirtiendo a la madre desnaturalizada en tulivieja, un monstruo horrendo que tiene por cara un colador de cuyos huecos salen pelos cerdosos y larguísimos. En lugar de manos tiene garras, el cuerpo de gato y patas de caballo. Condenada a buscar a su hijo hasta la consumación de los siglos, recorre sin cansarse jamás las orillas de los ríos, llamando sin cesar a su niño con un grito agudo parecido al de las aves y sin que nadie le conteste jamás. A veces recobra su primitiva forma. En la noche en que la luna brilla en el centro de los cielos, se baña en los ríos bella como un sol, pero con el más ligero ruido se convertía nuevamente en el ser monstruoso que es, para continuar por el mundo su eterna peregrinación.
Espero que haya sido de tu agrado mi post. Y, ya sabes qué hacer cuando te encuentres a la Tulevieja... ;) 

miércoles, 22 de agosto de 2012

El Silbón (Leyenda de Colombia y Venezuela)


El Silbón es un personaje legendario de Venezuela y Colombia, especialmente de Los Llanos; descrito como un alma en pena. La leyenda del Silbón habría surgido a mediados del siglo XIX. La leyenda de El Silbón nació en las llanuras de Guanarito, un municipio del estado La Portuguesa, dentro de Venezuela. Después la leyenda migró a los llanos de Cojedes y Barinas y hoy en día inclusive se la encuentra en ciertas zonas de la llanura colombiana.

La línea que divide la realidad de la fantasía es muy delgada, y cuando la pasamos, empezamos a ver cosas que nuestra lógica nos impide entender y aceptar. Además, ¿cuántas veces hemos escuchado a alguien decir que cuando un ser querido fallece, regresa a su casa para recoger sus pasos?, ¿cuántas veces hemos visto alguna sombra de "algo" o "alguien" pasar por nuestra propia casa?, ¿cuántas veces hemos escuchado a nuestros abuelos contarnos sobre algún espanto?, y ¿cuántas veces hemos escuchado el silbido agudo y fuerte del Silbón?

La leyenda de la que les quiero hablar es sobre El Silbón, ese espanto de los llanos colombianos y venezolanos, cuya característica física es la de un hombre desproporcionado, delgado, mide más de seis metros, se desplaza por encima de las copas de los árboles y emite un silbido que hiela la sangre hasta del hombre más valiente. Esto no lo cuento yo, esto lo dicen aquellos que lo han visto y han sobrevivido a su aparición.



Nuestra historia comienza con un niño que era el ser más mimado de la tierra. Todo lo que pedía, sus padres salían corriendo a dárselo para evitar que se molestará y mantenerlo siempre feliz.

Un día el niño, le pidió a su padre que cazara un venado, ya que estaba antojado de comer entrañas de ese animal. Su progenitor, con tal de mantenerlo siempre feliz y de hacerle todo lo que pidiera, salió a la búsqueda de un venado. Pasaron las horas y el niño impaciente al ver que su padre no regresaba, decidió buscarlo. Cuando lo consigue y ve que no ha cazado nada, la ira del niño mimado no se hizo esperar y decidió asesinar a su papá, no conforme con eso, lo abrió y le quitó sus entrañas para que su madre se las cocinara y así acabar con su antojo. Ella, al ver que las vísceras no se ablandaban por ningún motivo, empezó a sospechar lo peor ya que el niño había llegado a la casa sin su padre. Fue entonces cuando decidió preguntarle de dónde había sacado estas entrañas. El niño, por primera vez en su vida se sintió nervioso y culpable por lo que había cometido, y decidió contarle toda la verdad.


Con gran dolor en el corazón, su madre lo maldijo "pa' to' la vida". Su hermano Juan persiguió al niño con un "mandador" (látigo con que se arrea a las caballerías) y lo azotó sin piedad. No conforme con los latigazos, Juan también agarró una tapara de ají picante y le regó las heridas con esa especie. El niño sufría del dolor y pedía lo perdonarán, que de aquí en adelante haría lo que fuese con tal de que pararan su sufrimiento. Por vez primera, nadie le hizo caso a las peticiones del niño mimado. Por ello, Juan decidió darle una última lección, azuzarle el perro "Tureco" para que lo persiguiera y le mordiera los talones hasta el final del mundo, mientras el niño carga a cuestas un saco lleno de los huesos de su propio padre. Desde ese momento estuvo maldito, siempre caminando y silbando aún después de su muerte.



Cuentan que este espíritu errante ataca a los hombres borrachos y parranderos, les chupa el ombligo para tomarles el aguardiente consumido. Muchas de las leyendas explican que al llegar el silbón a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y cuenta uno a uno los huesos de todas sus víctimas; si no hay quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.

Si sientes el silbido muy fuerte, es que está muy lejos, pero si es al revés, está justo detrás de ti.

Muchos son los habitantes de los llanos que cuentan haberlo visto sobre todo en verano, época en que la sabana arde bajo el rigor de la sequía y El Silbón se sienta en los troncos de los árboles y recoge polvo en sus manos. Pero es principalmente en los tiempos de humedad y lluvia cuando el espectro vaga hambriento de muerte y ávido por castigar a borrachos y mujeriegos y a una que otra víctima inocente. Y es que cuentan que a los borrachos les succiona el ombligo para beberse el aguardiente que ellos ingirieron cuando se los encuentra solos por el llano, y que a los mujeriegos los despedaza y les quita los huesos y los mete al saco donde guarda los restos de su padre.

Algunas versiones dicen que es como un alargado gigante de unos seis metros, que camina moviéndose entre las copas de los árboles mientras emite su escalofriante silbido y hace crujir, dentro de su viejo y harapiento saco, los pálidos huesos de su infortunado padre; o, según afirman algunos, de sus múltiples víctimas. Otras versiones dicen que, sobre todo a los borrachos, se les presenta como la sombra de un hombre alto, flaco y con sombrero.

Existe la creencia de que sus silbidos se suceden unos a otros en ciclos de do, re, mi, fa, sol, la, sí y que se escuchan cercanos cuando no hay peligro y lejanos cuando sí lo hay pues cuanto más lejanos suenan más cerca está. Unos piensan que escuchar su silbido es un presagio de la propia muerte, que puede oírsele en cualquier sitio y hora y que si lo oyes lejos entonces no te queda más salvación que el ladrido de un perro; o, para otros más optimistas, también el ají (un fruto rojo y muy picante que se emplea como condimento) y el látigo.


Cuentan que, en ciertas noches, El Silbón puede aparecerse cerca de una casa, dejando en el suelo el saco y poniéndose a contar los huesos uno a uno. Si una o más personas lo escuchan, no pasará nada; si nadie lo escucha, al amanecer un miembro de la familia nunca despertará.


En los llanos orientales de Colombia, creen que es el alma errante de un mujeriego parrandero que murió en soledad, la gente afirma que él busca la compañía de alguien que a esas horas de la noche ose cabalgar. Pero aquella versión amable es una excepción pues, también en Colombia, otros dicen que El Silbón persigue a las embarazadas, que su silbido penetra los oídos e infunde frío y que, si alguien lo escucha en tono agudo, pronostica la muerte de una mujer, mientras que si suena grave pronostica la de un hombre. En cualquier caso, esa mujer u hombres es generalmente alguien conocido por parte de quien ha escuchado el silbido.

He aquí las distintas versiones:

Versión 1:

Cuentan que cierto joven descubrió que algo extraño estaba pasando entre su esposa y su padre. Unos dicen que el padre la había golpeado, pero generalmente se cuenta que la violó y que, cuando su hijo lo encontró cometiendo el crimen, únicamente se justificó diciendo: “lo hice porque es una regalada (mujer fácil)”. Entonces la cólera del joven se desató y ambos comenzaron un combate cuerpo a cuerpo, golpeándolo en medio de la lucha con un palo y asfixiando a su padre con éste (que yacía en el suelo tras el golpe), apretándolo con ferocidad hasta que dejó de respirar…

El abuelo, que había escuchado toda la pelea, pues se encontraba cerca, fue corriendo a ver qué pasaba y se encontró con el atroz parricidio. Conmocionado, juró que castigaría al joven, quien siendo de su propia carne y sangre, osó dar muerte a quien le transmitió la vida…

Así, poco tiempo después se encargó de que el homicida fuese atado, dándole entonces una lluvia de latigazos. “Eso no se le hace a su padre…¡Maldito eres pa´ toa´ la vida”, le dijo antes de frotarle ají en las heridas y echarle al perro Tureco para que lo persiguiera. Según la leyenda, el espíritu del perro le perseguirá hasta el fin de los tiempos…

Versión 2:

El Silbón era un joven caprichoso y consentido, acostumbrado desde niño a ser complacido en casi todo. Un día, al Silbón se le antojó comer asadura de venado (hecha con el hígado, el corazón y el pulmón del animal); su padre inmediatamente salió de cacería a buscarle un venado…

Pero he aquí que el padre tuvo una mala jornada de cacería y, tras regresar con las manos vacías, se encontró con la cólera de su hijo, el cual se descontroló y terminó matándolo y sacándole las partes necesarias para hacer la asadura.

Después le entregó las partes a la madre, quien no sabía nada del asesinato; ésta acabó por darse cuenta de que las partes para la asadura no se ablandaban como de costumbre, sospechó de su hijo y avisó al abuelo.

Tras descubrir el crimen, el joven fue maldecido por su abuelo y su hermano (según algunos, también por la madre), quienes lo ataron, le pelaron la espalda a latigazos, le frotaron ají en las heridas, lo echaron con violencia de la casa y le soltaron al perro Tureco para que lo persiga.



Variante de la versión 2:

Dicen que El Silbón era un muchacho mimado, un joven que había crecido con tales excesos de libertad que, en su adolescencia, se fue de casa simplemente porque le apetecía “ver mundo” y hacer “lo que le diera la gana”.

Fuera de casa, El Silbón llevó una vida libertina en la que las fiestas, los excesos de alcohol y el sexo desenfrenado y promiscuo estaban a la orden del día. Como era violento, cuentan que mató a varias personas y que por ello estuvo muchas veces en prisión (no se sabe cómo salía tan rápido). Pero finalmente El Silbón se cansó de todos los golpes y maltratos que le costaban los excesos de su vida pendenciera y libertina, por lo cual un buen día volvió al rancho de sus padres y allí, pese a todas sus atroces proezas, fue recibido con alegría y afecto.

Ya pasados algunos días, El Silbón invitó a su padre de cacería; y, cuando estaban algo adentrados en el bosque después de que el muchacho guiara al padre por un buen rato, encontraron un árbol delgado y torcido que les obstaculizaba el paso. Surgió entonces el siguiente diálogo entre el hijo y su padre:

Papá, ¿por qué no enderezas ese palo? Está atravesando el camino. ¿Por qué no lo enderezas?”

¡Ay, hijo!, ese ya no se puede enderezar, debía hacerse cuando estaba tierno, cuando estaba chiquito, ya está muy formado y crecido, ya no se puede.

¡Ah! Si usted sabía que las cosas torcidas se enderezan cuando están pequeñas: ¡¿por qué entonces no me enderezó cuando podía, cuando estaba a tiempo?! Usted me dejó crecer malo, torcido y caprichoso… No sabe cuánto he sufrido por eso. He tenido que matar tanta gente y sufrir tantos golpes para estar vivo ahora…

Llegado el momento, el hijo le confesó al padre que pensaba matarlo, que tenía que vengarse por todo lo que había sufrido por culpa de él. Así y sin darle tiempo de huir, lo agarró del cuello, lo apuñaló y le sacó las partes (hígado, corazón y pulmón) con que se hace el asado. Después dejó el cuerpo tirado y fue a casa con las partes de su padre para que la madre hiciera un asado…

No obstante la madre se dio cuenta del crimen, entró en ira, lo maldijo y, junto al hermano y el abuelo, lo ataron, le arrancaron la piel de la espalda a latigazos, le frotaron ají, lo exiliaron para siempre de casa y mandaron al perro Tureco para que lo persiga, lanzándole la maldición de que sería errante y no tendría descanso pues oiría los ladridos del perro cada vez que se detuviera a descansar…

Para salvarse, hay que recordarle palabra por palabra cómo fue que obtuvo esa maldición, de lo contrario no verás más nunca la luz del día. Es por ello que los advierto, piensen primero antes de ingerir grandes cantidades de alcohol, porque cuando menos lo creas, escucharás un silbido ligero, anunciándote que el Silbón está justo detrás de ti, y ruega porque te acuerdes de lo que le pasó al niño, porque de lo contrario, ninguna plegaria te salvará.

Terror en Pine Barrens



Un monstruo mítico que existe entre el mundo de la verdad y las leyendas, sus avistamientos se han reportado en el sur de Nueva Jersey por más de dos siglos. Muchos son los misterios e historias que rodean el origen de esta criatura, pues a pesar de no existir pruebas de su existencia personajes ilustres como el hermano de Bonaparte quien fue rey de España aseguraron haber tenido un encuentro con esta criatura mitad dragón nacida como humano.

El origen de la leyenda del demonio de Jersey es como una tela de araña, muchos son los hilos que lo forman. La historia más conocida sobre su origen se remonta al folclore de los Nativos Americanos, de la tribu Lenni Lenape quienes llamaban al área de Pine Barrens como “Popuessing” palabra que significa “el lugar de los dragones”. Sin embargo la leyenda más aceptada por los habitantes de Nueva Jersey pertenece a la madre Leeds, el relato habla sobre los doce hijos de la madre Leeds, tras dar a luz a su doceavo hijo ella dijo: “Si tengo otro más sería el diablo”.

En 1735 Leeds estaba dando a luz durante una tormentosa noche, alrededor de ella, sus amigos la observaban, supuestamente la madre Leeds era una bruja y el padre del niño era el mismo Diablo. El niño nació sin complicaciones, pero después su forma cambió, el cuerpo normal del bebe se transformó en una criatura con pezuñas, su cabeza se alargó hasta parecerse a la de un caballo, de su espalda brotaron alas similares a la de un murciélago y finalmente una cola bifurcada apareció en su parte trasera.

La criatura dejó de llorar para empezar a gruñir y gritar, el demonio recién nacido mató a la matrona que le ayudó a venir a este mundo y escapó por la chimenea, permaneció volando en círculos alrededor de las aldea y se dirigió hacia los pinos.

En 1740, residentes temerosos le pidieron al ministro local que exorcice a la criatura, tras el ritual los rumores que circularon decían que el exorcismo duraría por un siglo, pero el demonio de Jersey regresó a Pine Barrens por lo menos en dos ocasiones antes de que los cien años se cumplieran. A partir de 1890 las apariciones del demonio de Jersey se volvieron más frecuentes.

La madre Leeds fue identificada en la vida real como Deborah Leeds, quien era la esposa de Japhet Leeds, esta identificación ganó credibilidad por el hecho que Japhet nombró a todos sus doce hijos en el testamento que escribió en 1736. Esta información era compatible con la leyenda de que el demonio de Jersey era el décimo tercer hijo de Deborah y Japhet.


Existen también otras teorías sobre el origen del demonio, se considera como una creación de colonos británicos, quienes por vivir en Pine Barrens, eran ignorados por el resto de habitantes, ya que este sector era desolado y amenazador. Estas aisladas tierras se convirtieron en un refugio natural para aquellos que deseaban permanecer escondidos, como fugitivos, gente pagana, criminales. Estos individuos se unieron en grupos y pronto se convirtieron en conocidos bandidos que recibieron el nombre de “pineys”, más que ladrones eran vistos como idiotas congénitos, el llamado monstruo de Jersey eran los “pineys” que vestían pieles y partes de animales para infundir miedo en su territorio.

La leyenda del demonio de Jersey es alimentada por varios testimonios de acreditados testigos que afirman haber visto a la criatura, desde la época pre colonial hasta la actualidad, debido a que aún se reciben reportes dentro del área de Nueva Jersey, sin embargo estas cada vez son menos comunes.

De acuerdo a las personas que han visto al demonio, lo describen como si tuviese el cuerpo de un canguro con alas de murciélago, patas de cerdo y una cola bifurcada. Su cabeza es como la de un perro, pero su cara es alargada como la de un caballo. El tamaño de la criatura depende de su narrador, algunos dicen que mide 1'80 de estatura y otros de cinco a seis metros, se dice que es invulnerable a las balas. Los reportes de los testigos que lo han visto en varias ocasiones dicen que tiene ojos rojos muy brillantes que pueden paralizar a una persona y que en ocasiones ha emitido un fuerte chillido doloroso y perturbador. 

Mientras la historia crecía, hombres adultos temían aventurarse en las noches debido a que los rumores decían que el demonio se podía llevar perros grandes, gacelas, gatos, pequeñas vacas y ocasionalmente algún niño, quienes jamás era vueltos a ser vistos. Los desechos de los animales si eran encontrados. También se decía que el demonio de Jersey secaba la leche de las vacas por respirar cerca de ellas, o que mataba los peces de un arroyo con su presencia lo cual amenazaba la vida de la región entera.

La historia cuenta que el héroe naval, el Comodoro Stephen Decatur visitó las fábricas de acero de Hanover en Pine Barren en 1800 para testear cañones. Un día en el campo de tiro, el comodoro se percató de una extraña pálida criatura alada volando cerca, después de apuntarle y disparar, el tiro lastimó a la criatura en una de sus alas, pero el demonio continuó volando como si nada hubiera pasado.

Años después otro importante personaje se encontró con el demonio de Jersey, el antiguo Rey de España y hermano de Napoleón, Joseph Bonaparte cazando en sus tierras a principios de 1800, poco tiempo de asentado. El noble vivía bajo el nombre del Conde de Survilliers, pero los americanos tendían a llamarlo Míster Bonaparte, quien en 1817 adquirió el titulo para una propiedad de más de 1000 hectáreas cerca de Bordentown en el rio de Delaware. Tras una cacería en Pine Barrens persiguió al demonio de Jersey, cuando reportó el acontecimiento a las autoridades, la leyenda de esta criatura ganó más credibilidad.

En 1840, tal como el ministro advirtió hace cien años, el demonio regresó y atrás de él sembró terror en la región nuevamente. Robaba ovejas, acechaba a niños que salían después del atardecer. Las personas de toda la región del sur de Jersey cerraban sus puertas y ventanas, también colgaban una linterna en el marco de sus puertas con la esperanza de ahuyentar a la criatura. A partir de este año se reportaron muchos ataques en los años siguientes, pero lo más sorprendente fue su aparición en Haddonfield, Bridgeton, quienes experimentaron una serie de apariciones entre 1859 y 1873.


Delaware, Enero de 1909, el demonio de Jersey ha regresado nuevamente y miles de personas han presenciado a la criatura y sus huellas, el misterio y escepticismo se desvanece. El miedo es tan fuerte entre la población que las escuelas cerraron y sus habitantes se negaban a salir de sus casas por temor a encontrarse con la criatura.

Las noches ahora son escalofriantes, y en una de ellas el oficial de policía, James Sackville tras pasar por un callejón oscuro se percató del monstruo mientras hacía su guardia nocturna, la criatura con alas emitió un horrible grito. El miedo se apoderó de Sackville y desenfundó su revólver, pero sus disparos no acertaron a la criatura mientras esta abrió sus alas y se desvaneció en el cielo nocturno. Un nuevo caso de una figura notoria que avistó este monstruo legendario.

Una anécdota de ese mismo año es relatada por E.W. Minster un cartero de Bristol, Pennsylvania, quien afirma haberse despertado alrededor de las dos de la mañana por un extraño y sobrenatural sonido que provenía del rio de Delaware, inquieto miró por su ventana y vio lo que él describió como una gran grulla que mientras volaba emitía un curioso brillo. La criatura tenía un cuello largo estirado hacia adelante mientras volaba, delgadas alas y largas piernas traseras, esta aberración hacía una extraña combinación de sonidos y silbidos para después desaparecer en la oscuridad.

Las apariciones continuaron y el 19 de Enero de 1909, el Señor y la Señora Evans se despertaron temprano en la mañana por el sonido de un animal grande en el techo de su hogar. Los esposos lo describieron como la cara de un perro collie y la cabeza de un caballo, tenía un cuello largo, con grandes alas y patas traseras similares de la de una grulla con pezuñas de caballo, también tenía dos pequeñas garras en la parte superior de su torso. Y así como apareció de la nada, el demonio de Jersey se desvaneció nuevamente.

La criatura no regresó hasta 1927 cuando en una noche, un taxista camino a Salem se detiene a cambiar un neumático, cuando terminó de arreglarlo su auto se sacudió violentamente. Cuando levantó la vista pudo ver una gigantesca y alada figura en el techo de su auto. El taxista dejó sus herramientas, y tras subirse corriendo al coche condujo a toda velocidad dejando el horror atrás, parando en la estación de policía de Salem para reportar lo que había sucedido.

En 1961, el demonio de Jersey acechó a dos parejas que estaban aparcadas en un auto en Pine Barrens. Las personas fueron interrumpidas cuando escucharon un chillido fuera, cuando observaron por las ventanas el techo del vehículo fue aplastado hacia adentro. Sin perder el tiempo huyeron y al poco tiempo regresaron, pero nuevamente escucharon ese chillido y vieron a una criatura volando por los árboles mientras se rompían pedazos de madera en su vuelo.

En Vineland en 1987, se encontró el cadáver de un pastor alemán, el cuerpo había sido descuartizado como si hubiese estado en una explosión. El pastor fue encontrado a casi 8 metros de la cadena a la cual había sido enganchado, alrededor de lo que quedaba de él se encontraron extraños rastros que nadie supo identificar o seguir.

La última aparición del demonio de Jersey fue en 1993 cuando un guardabosques llamado John Irwin conducía por la orilla del rio Mullica en el sur de Nueva Jersey. El guardabosque se asustó cuando su camino estaba bloqueado por el demonio de Jersey, el cual describió como una criatura de 1'80 de alto cubierto por un pelaje negro. Irwin comentó que él y la criatura se miraron por varios minutos antes de que esta huyese por el bosque.

En el presente sólo se han producido avistamientos aislados del demonio de Jersey, los cuales cada vez tienen menos frecuencia. Es ahora en este periodo de carreteras pavimentadas, luces eléctricas y la tecnología que ha llegado a la región que han espantado a la criatura que por más de dos siglos y medio acechaba a sus habitantes, el demonio fue obligado a esconderse lejos de la civilización. En estos tiempos modernos la falta de pruebas sobre la existencia de esta criatura hace creer que su creación es parte del folclore de Nueva Jersey. Pero si simplemente fuera un mito, como se explica sus apariciones si los testigos que confirmaron su presencia eran personas importantes y respetables. Es probable entonces que el demonio de Jersey sea más que una leyenda o tema cultural, puede que esté esperando ser encontrado en alguna montaña lejana.


Fuente: escalofrio.com

miércoles, 15 de agosto de 2012

La Leyenda de Bloody Mary



La leyenda todos la conocemos. Al menos la parte en la que te pones frente al espejo y dices tres veces su nombre. Entonces una chica o mujer se aparece y te desfigura o te mata . Pero la leyenda dice más de lo que sabemos,se dice que hace muchos años Mary enfermo y murió. Su familia la enterró. En los años en los que vivía Mary se enterraban a los cuerpos con una especie de cuerda que estaba atada en la superficie a una campanilla, ya que se conocía lo que era la catalepsia. Resulta que Mary se despertó y tocó la campana, pero nadie la escuchó . A la mañana siguiente los familiares vieron que la campana estaba en el suelo. Al desenterrarla encontraron a Mary sin uñas ya que estas estaban rotas y ensangrentadas en la parte superior del ataúd. Mary echó una maldición antes de morir y ahora todos los que frente de un espejo la llamen nombrando su nombre tres veces, morirán. Pero antes de eso escucharás la campana que nadie escuchó cuando Mary murió.


Se confunde con la historia de María I de Inglaterra llamada María la sanguinaria. Llamada así por sus actos contra los protestantes. Su historia se ha mezclado con la historia de Ersebeth Bathory, dando así una confusión enorme. Pero esa Mary y la de la que ahora os hablo son dos mujeres totalmente distintas . El origen de Bloody Mary como leyenda urbana se expande en 1978 cuando Janet Langlois publica su ensayo titulado Mary Whales, I Believe in You’: Myth and Ritual Subdued. En donde Langlois pretende explicar el origen de la leyenda y el significado del espejo . Era el único ensayo que estudiaba en profundidad el caso de Bloody Mary recogiendo narraciones y sucesos de diversas personas.

Pero como en toda leyenda urbana , existen varias versiones ,en 1976 Mary and Herbert Knapp en su antología llamada el folclore de los niños americanos , cuenta que un niño llamó a Mary Worth cuarenta y siete veces frente al espejo y esta apareció con un cuchillo y una verruga en la nariz. En 1988 Simon J. Bronner incluye en su libro un apartado titulado Los rituales de Mary Worth donde nos cuenta que Bloody Mary fue asesinada en el bosque detrás de la escuela elemental Pine Road y que para llamarla las niñas tenían que ir al cuarto de baño y pincharse los dedos con un alfiler para extraer dos gotas de sangre ,y después decir: “Creemos en Bloody Mary” diez veces con los ojos cerrados. Al abrir ojos y mirar en el espejo verían a una niña de pelo largo , piel clara y un corte en la frente de donde brotaba sangre.

Incluso parece haber una versión en la que Mary Whales apareció en una esquina cuando estaba lloviendo , y un amable hombre se ofreció a llevarla , pero cuando avanzaron esta desapareció dejando solo una mancha de sangre en el asiento . ¿Una mezcla de la chica de al curva? 


¿Y qué pinta el espejo en todo esto? En la cultura popular se cree que los espejos son puertas a otros mundos . Todo esto se cree debido a la creencia que los antiguas mesoamericanos tenían respecto a estos objetos . Creían que además de predecir el futuro podrían comunicarse con sus antepasados , dioses y el otro mundo. Si ahora consideramos que Mary es un espíritu ¿ Qué mejor forma de comunicarse con ella que con un espejo? .

Como habéis podido comprobar, a nuestra tenebrosa amiga Mary se le llama de diversas formas . En el texto que os he expuesto anteriormente se le ha nombrado como Bloody Mary , Mary Worth , Mary Whales . Esto a mi parecer es una muestra más de que es solo una leyenda urbana extendida en diversos lugares . Aunque ¿ te atreves a averiguarlo?


Fuente: leyendas-urbanas.com