La Patasola o "con un solo pie" es uno de muchos mitos del folclore de Sudamérica relacionado con mujeres monstruos que viven en la selva, que se les aparecen a cazadores varones o hacheros en el medio de la espesura cuando sus pensamientos se concentran en mujeres.
La Patasola se presenta como una mujer extremadamente hermosa y seductora, a menudo en búsqueda de una pareja. Sin embargo es un ser esciápodo (posee solo una "pata" [Pie]) que asemeja el tronco de un árbol la que termina en una pezuña o una garra de oso, con la que avanza con rapidez. Solo posee un seno en el pecho y brazos muy largos con manos como garras. Su aspecto es aterrador: cabellera enmarañada, grandes ojos de tigresa, boca grande, colmillos enormes.
Se dice que su naturaleza verdadera, es la de una especie de vampiro feroz con un gran apetito de carne y sangre humana, capaz de atacar y devorar la carne o chupar la sangre de sus víctimas. Son comunes en el folclor de Colombia, son similar al Sayona de Venezuela, la Tunda de la zona colombiana del Océano Pacífico, y la Madremonte de Colombia. A menudo se las representa como protectoras de la naturaleza y de los animales del bosque y no perdonan a los seres humanos que osan penetrar en sus dominios para alterarlos o destruirlos.
En Colombia, se dice que era una mujer hermosa que le fue infiel a su marido, por lo que éste le cortó una pierna y tras fallecer, se quedó penando en la tierra como una mujer de un solo pie. A diferencia de la descripción anterior, la Patasola colombiana, es una mujer de gran belleza, pero con una sola pierna, que se le aparece a los hombres infieles y los devora.
Huye y se enfurece ante todo lo que se relacione con el hombre cristiano; le fastidian los grandes aserríos en las montañas, los tambos, las trochas, las cacerías, las labranzas y las siembras, en especial de maíz, cerca de sus dominios; las excursiones con bueyes, caballos u otros animales amigos del hombre y todo aquello que trate de invadir sus lóbregos y abruptos territorios. Persigue a los hombres que maldicen en las montañas, a los cazadores que tienen la osadía de adentrarse en la espesura; a los aserradores, que por lo general pasan la noche en la montaña en toscos ranchos construidos junto al aserradero; a los mineros, a los que abren trochas y buscan maderas, y en fin, a todos los que por un motivo u otro violan las misteriosas soledades de la montaña.
Para protegerse uno de los ataques de laPatasola hay una oración especial, la cual todo campesino que tiene que atravesar la montaña o que ejecuta alguna faena en ella, debe aprenderse al dedillo, y esa oración es la siguiente:
Yo, como si,
pero como ya se ve,
suponiendo que así fue,
lo mismo que antes así,
si alguna persona a mí
echare el mismo compás,
eso fue, de aquello depende,
supongo que ya me entiende,
no tengo que decir más.
Patasola, no hagas mal
que en el monte está tu bien.
Pero dada la circunstancia que al presentarse de improviso la fatídica aparición, sea por miedo o por alguna especie de hechizo, se olvida por completo y la víctima se queda perpleja sin articular palabra. En este caso es aconsejable hacer un gran esfuerzo y con voz al grito pedir:
–¡El hacha!..., ¡las tres tusas.... y la candela!
Recordándole así, los tres objetos que sirvieron para la amputación y desaparición de su pierna. Sus características de ataque son las siguientes: en lo más lejano y espeso de la montaña se oye un grito lastimero; si el que lo oye le contesta se oye uno más cercano e igual de triste; una segunda contestación y el grito se oye ya muy cerca; a la tercera contestación la fiera se le aparece en cualquiera de sus formas, se lanza sobre la víctima, le chupa la sangre o lo devora.
Cuando ésta logra ponerse a salvo de su ataque, ya porque va favorecido por algún talismán, o sea, porque va rodeado de animales domésticos, se enfurece diabólicamente, origina de improvisto terribles ventarrones, hace bramar la montaña y temblar la tierra, desencadena tormenta de rayos y agua y destruye por completo los alrededores. LaPatasola así mismo acaba con los sembrados aledaños a la montaña, puestos de aserríos, tambos y animales de corral que se críen en sus alrededores.
Muchos se salvaron milagrosamente en el último instante, metiéndose entre el ganado, bueyes o perros, con lo que la Patasola en medio de una confusión endemoniada de los elementos, grita desilusionada:
–Anda y agradece que te encuentras en medio de esos animales benditos.
La tormenta pasaba y la aterrada víctima se libraba milagrosamente de la muerte.
Espero que te haya gustado mi asustador post...
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